¡Adiós, Maestro Rafael Ithier!
La genialidad de Ithier no fue solo musical; también fue organizacional
Rafael Ithier—pianista, arreglista, director musical y arquitecto del sonido inconfundible de El Gran Combo de Puerto Rico—deja uno de los legados más influyentes en la historia de la música afrocaribeña. Hablar de Ithier es hablar de disciplina, visión, sabor, elegancia, humor y un estándar artístico sin concesiones. Durante más de seis décadas, moldeó no solo una orquesta, sino toda una identidad cultural.
Nacido en Ponce, Puerto Rico en 1926, Ithier creció en la época dorada de las grandes orquestas puertorriqueñas—Mingo & His Whoopee Kids, Rafael Muñoz, César Concepción, Moncho Usera. De allí surgió su oído para el arreglo preciso, el swing caribeño y la seriedad profesional que más tarde definirían el sonido del Gran Combo.
Antes de fundar la orquesta, Ithier fue un trabajador de la música: pianista versátil, arreglista disciplinado y director atento. Su trayectoria lo llevó a Cortijo y Su Combo, donde se desempeñó como pianista y director musical. Cuando la orquesta de Cortijo se desmoronó tras los problemas legales de Ismael Rivera en 1962, Ithier reconstruyó en silencio y con firmeza. De ese proceso nació El Gran Combo de Puerto Rico, una nueva agrupación arraigada en la bomba, la plena, la guaracha, el bolero y la tradición afroantillana—moderna, elegante, callejera y profundamente puertorriqueña.
Desde los primeros ensayos en 1962 hasta sus últimos años como director emérito, Ithier fue el compás, la brújula y la conciencia del grupo. Seleccionaba el repertorio, moldeaba a los cantantes, cuidaba la disciplina, afinaba los arreglos y protegía la identidad de la orquesta con una claridad inquebrantable. Bajo su liderazgo, El Gran Combo se convirtió en “La Universidad de la Salsa”, escuela y plataforma para figuras como Andy Montañez, Charlie Aponte, Jerry Rivas, Mike Ramos, y muchos más.
La genialidad de Ithier no fue solo musical; también fue organizacional. Entendió cómo manejar una orquesta como una institución: preservar una marca, mantener una sección rítmica impecable, negociar contratos, desarrollar repertorios y adaptarse a los tiempos sin perder la esencia. Desde la pachanga hasta la era Fania; desde los años de fusión hasta el auge global de la salsa, Ithier logró que El Gran Combo permaneciera relevante, sólido y respetado.
Su partida cierra un capítulo monumental. Pero la música—su música—permanece. Cada vez que una pista de baile estalla con “Brujería”, “No Hago Más Ná”, “La Muerte”, “Azuquita pa’l Café” o “Un Verano en Nueva York”, allí está Ithier. Su sonido forma parte del ADN cultural puertorriqueño.
Rafael Ithier vivió 99 años, pero su legado vivirá muchísimo más. Ha sido, y seguirá siendo, una de las figuras más trascendentales en la historia musical de Puerto Rico.
MOMENTOS DESTACADOS DE SU CARRERA
Rafael Ithier — Una Vida en la Música
1926: Nace en Ponce, Puerto Rico.
Años 50: Pianista en varias orquestas populares; se forma en la tradición orquestal puertorriqueña.
1954–1962: Pianista y luego director musical de Cortijo y su Combo, conjunto fundamental de la música afrocaribeña.
1962: Funda El Gran Combo de Puerto Rico con miembros que permanecieron tras la disolución del grupo de Cortijo.
1963: Lanza Menéame los Mangos, el primer álbum de la orquesta.
Década de 1970: Dirige la agrupación hacia su época dorada con éxitos como “No Hago Más Ná,” “Brujería,” y “Un Verano en Nueva York.”
1973: El grupo alcanza proyección internacional durante el auge de la salsa.
1982: Gran concierto del 20 aniversario en el Coliseo Roberto Clemente.
Años 90–2000: Renueva la agrupación con nuevas voces mientras mantiene la identidad clásica.
2010–2020: Se retira gradualmente de los escenarios pero continúa como director musical emérito.
2024: Fallece dejando un legado inigualable en la música puertorriqueña y latinoamericana.
DISCOGRAFÍA CURADA
Grabaciones esenciales vinculadas a Rafael Ithier y El Gran Combo
A continuación, una guía selectiva de álbumes clave que representan el legado musical de Ithier.
Formación e Identidad (1962–1968)
Menéame los Mangos (1963)
La primera declaración del sonido del grupo.Acángana (1963)
El tema homónimo se convierte en uno de sus primeros éxitos internacionales.El Gran Combo y sus Amigos (1964)
Álbum versátil que muestra los primeros matices del arreglo ithieriano.
Era Dorada (1970–1979)
Está de Bala (1971)
Incluye “No Hago Más Ná,” un clásico de Andy Montañez.En Acción (1973)
Contiene “Brujería,” himno universal de la salsa.Número 5 (1973)
Arreglos precisos, energía rítmica y una banda en plenitud.Disco de Oro / Grandes Éxitos
Recopilación indispensable de la década.
Nueva York y Alcance Internacional
Un Verano en Nueva York (1975)
Disco icónico de la diáspora, mezcla de nostalgia, alegría y realidad urbana.Los Sorullos (1977)
Muestra la evolución rítmica del grupo.
Años 80 – Fuerza, Refinamiento y Giras Globales
Aquí No Se Sienta Nadie (1983)
Ejemplo de energía en vivo y precisión rítmica.Innovations (1985)
Demuestra la capacidad del grupo para adaptarse sin perder esencia.
Años 90–2000 — La Universidad Moderna de la Salsa
30 Aniversario: En Vivo (1992)
Testimonio de resistencia, excelencia y unión musical.50 Aniversario / Colección 50 Años de Historia (2012)
Panorama monumental de la trayectoria completa bajo la dirección de Ithier.
GUÍA DE ESCUCHA
Si eres nuevo en el legado de Ithier, comienza aquí:
“Brujería” – fuego rítmico y sello instrumental.
“No Hago Más Ná” – humor, sabor y un clásico montañezco.
“Azuquita pa’l Café” – elegancia y swing.
“Un Verano en Nueva York” – mirada profunda a la vida diaspórica.
“La Muerte” – dramatismo, estructura y dirección artística.
REFLEXIÓN FINAL
Rafael Ithier no dirigió simplemente una orquesta: construyó una institución, un sonido y un modelo de excelencia artística. Su disciplina creó un mapa para la profesionalización de la música tropical. Sus arreglos definieron generaciones. Su orquesta tejó la banda sonora de la vida puertorriqueña—sus fiestas, sus dolores, sus migraciones, sus alegrías.
La música de El Gran Combo es eterna porque Rafael Ithier le dio estructura, alma y propósito.
Puerto Rico—y el mundo—son más ricos porque él vivió.





